15.10.05

UN CASO DE MANUAL: LA COMUNICACIÓN E INCOMUNICACIÓN DEL 14M EN ESPAÑA



Sin duda, han sido estas últimas semanas cuando más se ha hablado de comunicación. O de política que, a tal efecto, es lo mismo. Porque la comunicación se sustenta en el derecho a la información, derecho exigible y democrático donde los haya... La comunicación es un claro activo en el ámbito político, donde el candidato es solo lo que dice y, demasiadas veces, sin llevarlo a cabo. Estas últimas elecciones políticas –obviando la interpretación ideológica del tema- han sido un ejemplo claro y contundente de cómo utilizan la comunicación los políticos para sus fines electoralistas. Tanto en su versión silencio –que también tiene su objetivo, mensaje y significado en comunicación- como en su versión ejecutora, difundir información y convencer al votante.

Una audiencia receptiva…

Estas elecciones han sido un claro ejemplo de la crucial importancia de saber comunicar, o lo que es lo mismo, hablar a tiempo y/o callar a tiempo. A unos les ha supuesto ganar unas elecciones y a otros, perderlas. Evidentemente existía un contexto inigualable con una palpable incertidumbre –para algunos, esperanza- en la ciudadanía: la posibilidad de un cambio de tendencia, la sucesión de los líderes políticos en los dos partidos aspirantes, un cierto nivel de crispación pública acumulada y, como detonante de todo ello, una circunstancial hipersensibilidad provocada por el atentado terrorista unos días antes de las elecciones…

El mejor momento para comunicar

En comunicación es muy importante el momento. Una información puede ser positiva o negativa según el momento en que llega a la audiencia. Esta seguramente ha sido la estrategia que ha utilizado el Ejecutivo en el tratamiento informativo que ha dado al dramático suceso del atentado terrorista y los días posteriores a este. El silencio o la ocultación de datos alegando secreto sumarial o evitando entorpecer las investigaciones policiales del acto terrorista han sido interpretados –seguramente con razón- como utilización partidista de la información, o mejor dicho, de la desinformación. Evidentemente el partido que gobierna dispone de información privilegiada y de los mecanismos oportunos para ocultarla o difundirla, según sus intereses.

Un enemigo inesperado

En un primer momento tras el atentado, los medios de comunicación –de cualquier color o tendencia-, la opinión pública en general y las propias autoridades en particular señalaron a ETA como unívoco causante del atentado…lo que dada la tendencia del pasado Ejecutivo a criminalizar todo lo referente a la España periférica de las Autonomías, supongo que tuvo su efecto en el subconsciente de la población. Nadie –ni tan siquiera los presuntamente favorecidos- en un primer momento podía pensar en otro causante. En ese primer momento Irak no estaba en la mente de nadie…ni tan siquiera de la oposición. Una vez superado el momentáneo sentimiento de perplejidad, irritación y, a la vez, de impotencia, se empezaron a barajar dos hipótesis posibles para explicar la autoría del atentado. Una, el que hubiera sido ETA, beneficiando la política seguida por el partido del Gobierno de entonces, que históricamente ha hecho gala de la peligrosa y reduccionista ecuación País Vasco igual a ETA. La otra hipótesis esgrimida sustentaba que el atentado era fruto de grupos integristas musulmanes –como así ha sido- como protesta por la intervención directa de España en el conflicto de Irak y su incondicional –y quizás desmedido- apoyo al presidente americano en su trasnochado afán como defensor a ultranza de “las libertades y la democracia en el mundo”. Esta última hipótesis sin duda era un argumento sólido y rentable –en votos- en contra del partido hasta entonces en el poder. Este mensaje y una buena comunicación podían hacer el resto.

Ya tenemos el mensaje y un buen caldo de cultivo

Comunicar no es tener la razón, sino que te la den. Quizás en ambos escenarios posibles se daban argumentos plausibles para uno u otro partido en pugna, pero sin duda existía un estado de opinión en la calle. Hubieron antes otros sucesos seguramente consistentes, como la catástrofe del Prestige, la intervención militar no consensuada en Irak, ciertas prácticas de rodillo parlamentario basadas en la mayoría absoluta y el consiguiente distanciamiento con países europeos como Francia o Alemania, entre otras. Pero hasta el momento no se había tangibilizado en las urnas.

Aparición de nuevos Públicos

La conciencia popular está cada día más sensibilizada ante argumentos que apelan a la calidad de vida, a la no violencia y al respeto por el medio ambiente. Y quizás el terrible e inesperado atentado terrorista despertó las conciencias aletargadas en un periodo demasiado largo de apatía y resignación ante la falta de debate político. Así, la falta de transparencia informativa en un momento en que la población estaba necesitada de explicaciones coherentes y creíbles sobre lo sucedido –apelando simplemente al espíritu de supervivencia de la razón- fue inmediatamente interpretado como grave quebrantamiento del derecho a la información. Así, colectivos anteriormente adormilados ante la atonía política, como los intelectuales, los artistas, los jóvenes hicieron su espontánea y súbita aparición en el ruedo político. Son, en sus respectivos ámbitos de procedencia, líderes de opinión en determinados segmentos de población. Uno de los deberes de los profesionales de la comunicación es identificar, conocer y reconocer a lo que será el receptor de nuestro mensaje. En una sociedad cada día más tolerante, diversa y democrática (donde los grupos minoritarios también tienen cabida), estas nuevas audiencias pueden, como en este caso que nos ocupa, ser cruciales. Los políticos, las Administraciones, las empresas y las instituciones públicas o privadas deberían hacer un esfuerzo por conocerlas y, sobre todo, mantenerse atentos a su evolución en el tiempo, para en el momento adecuado, adaptar su mensaje y comunicar efectivamente con cada una de estas.




Llega la comunicación integral

Estas elecciones también han sido claro ejemplo del poder de la comunicación en su más amplio sentido: renombrados directores de cine que lanzan una película sobre la cuestionable competencia del partido gobernante; Webs políticas y su correspondientes contra-Webs ensalzando y/o ironizando a los líderes de uno y otro bando; infinitud de e-mails (lo que ahora se le denomina Marketing Viral) censurando y/o llamando a la movilización; ausencia de careos o debates públicos de los líderes (el silencio también comunica); reuniones con audiencias seleccionadas; difusión desmesurada de informaciones periodísticas o entrevistas al dictado a favor de unos u otros; rumores vía e-mail reprochando actitudes y comportamientos personales de algunos líderes políticos, emisoras de radio realizando una sin-igual investigación periodística para contrarrestar el excesivo control de algunos medios por parte del Ejecutivo y sus aledaños; eslóganes publicitarios atacando abiertamente al contrario, manifestaciones autorizadas, desautorizadas y/o propiciadas, espontáneas o no, por unos y otros… Es decir: fuego cruzado comunicativo entre los contendientes. Porque todo eso también es comunicación.

Nuevos retos para el profesional de la comunicación

Para el profesional de la comunicación, utilizar los nuevos soportes y, sobre todo, manejar las nuevas reglas de la comunicación debe ser un reto alcanzable. Internet, además de una herramienta, es el cambio del tempo: no hay horarios, ni emisores ni receptores conocidos…solo hay efectos. Los SMS (mensajes a través del móvil) rompen, como Internet, los límites geográficos y de tiempo. El Marketing Viral es una efectiva arma instantánea que comunica. El boca a boca prevalece inalterable, aunque en un momento de crisis de credibilidad en los medios renace victorioso. Cualquier herramienta que hoy nos sorprende debe ser tenida en consideración, pues la comunicación debe ser efectiva y, sin duda, los nuevos medios telemáticos lo son. Y como muestra, estas elecciones.

Muchos medios…y pocos mensajes

Pero eso sí, al lado de la mencionada profusión de medios convencionales y alternativos, escaso, por no decir ausente, mensaje programático de ningún partido. Todo acción, reacción. En comunicación es muy importante el mensaje y la credibilidad de éste. El receptor, en este caso el votante, espera un mensaje que responda a sus inquietudes como ciudadano, como contribuyente, aunque está claro que en España se votan las personas, las caras…Quizás por esto están aumentado las tiradas de los diarios y las audiencias de radio y TV, pues ahora el votante por exclusión quiere saber qué ha votado, qué va a hacer el nuevo gobierno elegido, cuál es su programa…Podríamos afirmar que, después de varios años, ha vuelto la expectación ante el nuevo escenario político y social.

El consiguiente efecto dominó…

Pasado el tiempo oportuno después de los pactos, dimes y diretes políticos y ante la inmediata toma de posesión del nuevo gobierno, algo está cambiando en la sociedad española. Aparte de la lógica expectación y el consecuente baile de cargos públicos, se está evidenciando la clara y desmesurada influencia política en el entorno empresarial, social, etc. Las empresas, bancos, instituciones, grandes auditoras y consultoras, etc. están tomando posiciones ante el nuevo marco político. En el ámbito de la comunicación que nos ocupa, está sucediendo algo similar, un cambio de agencias y asesores de comunicación, de los hasta ahora próximos al poder a otros tantos emergentes, un inevitable baile de clientes y, espero, la oportuna y siempre necesaria dinamización de un mercado aletargado y, por extensión, de la economía real del país, muy distanciada del España va bien que en los últimos años algunos nos intentaban hacer creer.

Los medios, otro sector en movimiento…

También en el ámbito de la comunicación, en los medios hay movimientos y hay que estar a la expectativa. Cambios en La Razón, movidas en El Mundo, posibles ceses en RTVE, Antena 3TV, etc., también movimientos en las emisoras de radio… Es decir, el mismo dinamismo que demuestra el intervencionismo desmesurado de la política en los presuntos generadores de opinión de un país. Unos suben y otros bajan…pero nadie apela a la profesionalidad de unos u otros, al buen quehacer de sus periodistas. Esto exigirá que nosotros los DIRCOM y/o consultores de comunicación externos permanezcamos alertas ante estos cambios, pues sin duda afectará a nuestro trabajo. Nuestros clientes, las empresas e instituciones públicas o privadas, la Administración, deberán revisar sus relaciones con los medios y adecuarse al nuevo mensaje, al nuevo receptor, a la nueva opinión pública…

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